En esta fantástica fotografía, se ven oscuras nubes sobre Iruya. El pueblo aun luce sus lucecitas como luciérnagas. Las laderas aparecen en penumbras y sobre ellas, la claridad del sol que comienza a emerger llega desde la derecha. Muchísimos más detalles podrían enriquecer la descripción, pero en este momento, para acompañar la bellísima imagen, la elección es el poema «Nubes», de Jorge Luis Borges. (Ph: Edith Soto).
Por el aire andan plácidas montañas o cordilleras trágicas de sombra que oscurecen el día. Se las nombra nubes. Las formas suelen ser extrañas. Shakespeare observó una. Parecía un dragón. Esa nube de una tarde en su palabra resplandece y arde y la seguimos viendo todavía. ¿Qué son las nubes? ¿Una arquitectura del azar? Quizá Dios las necesita para la ejecución de Su infinita obra y son hilos de la trama oscura. Quizá la nube sea no menos vana que el hombre que la mira en la mañana.
Jorge Luis Borges – «Los conjurados» (1985)
Por el aire andan plácidas montañas o cordilleras trágicas de sombra que oscurecen el día. Se las nombra nubes. Las formas suelen ser extrañas. Shakespeare observó una. Parecía un dragón. Esa nube de una tarde en su palabra resplandece y arde y la seguimos viendo todavía. ¿Qué son las nubes? ¿Una arquitectura del azar? Quizá Dios las necesita para la ejecución de Su infinita obra y son hilos de la trama oscura. Quizá la nube sea no menos vana que el hombre que la mira en la mañana.