IRUYA, Salta, Argentina, 17/07/20, 13:53 hs.- Al caminar por las calles del pueblo, normalmente pueden verse burros, cuya razón de ser es servir de flete, transporte natural de cargas no muy pesadas. A veces son llevados por sus dueños, y otras deambulan en busca de algo con qué llenar el estómago, o aunque sea engañarlo.
Estos simpáticos animales de conducta bonachona, son blanco de la curiosidad de turistas, los cuales muchas veces los convidan con algo comestible y los llevan de recuerdo en sus fotografías.
El lado no tan simpático de la cuestión es que los burros encuentran siempre los tachos de basura y tienen la habilidad de levantar sus tapas, romper las bolsas plásticas y sacar su contenido, que alegremente desparraman por las calles, cosa que obviamente genera problemas a la hora de la recolección de residuos. Lo que estos inteligentes y hábiles habitantes del pueblo y zonas aledañas no desarrollaron todavía, es la costumbre de juntar los residuos que no comen y volver a dejar todo ordenado. Y el problema para su salud es que muchas veces comen plástico, o cartón, y otros elementos nada digeribles por sus estómagos, lo que no parece preocuparle a nadie.
Como pintoresca anécdota puede agregarse también que los burros son corridos por los perros que andan sueltos por las calles, lo cual de noche provoca escenas que alteran el reparador descanso de los vecinos. Es frecuente estar escuchando el ruido de los burros corriendo en estampida con dos o tres perros detrás a puro ladrido; los cascos resuenan en las piedras cual ataque de caballería.
(Ph: Adrián Vinsennau).
