En el norte salteño, montañas que parecen de fantasía y los colores de un pequeño pueblo conforman un bellísimo paisaje colorido. El río Colanzuli, que atraviesa el pueblo, muestra su agua color tierra, que arrastra sedimentos río abajo, rumbo a otros cauces de agua.

Los minerales presentes en los cerros, luego de la lluvia son mucho más visibles, más brillantes. Rosados, lilas, ocres, por sólo enumerar algunos de los tonos que maravillan al asombrado espectador. El verde de la vegetación, compuesta por arbustos y árboles, es más verde en esta época en la que las lluvias se presentan, bendiciendo a la seca tierra.
Las montañas son más alegres durante el verano. Así lo comentan. El maravilloso paisaje colorido queda completado con los techos de las casitas, el celeste de la cúpula de la parroquia y el amarillo y azul de un gran toldo.
(Foto: Mateo Candia).
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