POLICÍA FEDERAL DECOMISÓ UN CUERO DE YAGUARETÉ QUE SE EXHIBÍA EN UN HOSTAL DE IRUYA

IRUYA, Salta, Argentina, 17/05/19.- Un cuero de yaguareté (Panthera onca), cazado hace aproximadamente un año según especialistas, fue decomisado por miembros de la Policía Federal Argentina en un hostal de esta localidad, en donde se lo exhibía.

Esta especie está catalogada en «peligro de extinción» desde 2004; su población es actualmente menor a 250 ejemplares y su conservación y recuperación es fundamental para la preservación de la biodiversidad de la región.

El ejemplar de yaguareté habría sido cazado en las cercanías de Iruya. El cuero fue decomisado en un procedimiento conjunto entre la división de Delitos Ambientales de la Policía Federal Argentina y la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

Todo sucedió a partir de una denuncia realizada por la organización Red Yaguareté; el procedimiento fue instruido por la Unidad Fiscal de Investigación en Materia Ambiental conforme a la ley Nº 22421 que sanciona la tenencia ilegal de animales y sus derivados, y a la ley Nº 25463 que declara al yaguareté monumento natural.
(Fuente: El Tribuno).

Ejemplar de yaguareté.

ACERCA DE LO SUCEDIDO Y EL YAGUARETÉ (por Pablo Harvey)

Matar por necesidad o matar por placer?
Hay casos en que los vecinos de estas zonas que viven en los parajes más alejados, se ven obligados a matar ciertos animales salvajes que se constituyen en graves amenazas para su economía familiar. Dichos animales, en algunos casos, se ceban y comienzan a matar sus cabras, ovejas y hasta vacunos, lo que puede ocasionar un perjuicio para las familias que dependen de su ganado para sobrevivir.
Entre estos animales salvajes están el yaguareté y el puma, y otros menores como el zorro y el gato montés. Desde hace mucho tiempo el hombre mataba por defender sus rebaños. Posteriormente, comenzó a matar también para vender las pieles, o simplemente por el placer de matar (cazar). Así, se diezmó la población de vicuñas y vizcacha andina de la zona, entre otros animales salvajes.

Entonces, se prohibió terminantemente la caza de la vicuña y por supuesto la del yaguareté, más amenazado de extinción aún.
Sin embargo, hay algo para analizar: el artículo 4° de la ley 25463 establece que «La Autoridad de Aplicación garantizará la planificación y ejecución de medidas de prevención en los casos en que algún ejemplar se constituya en circunstancialmente perjudicial para el hombre y/o sus actividades productivas». Se cumple eso? Hay planificación y ejecución de medidas de prevención para la defensa del yaguareté en la zona de Iruya? O sólo se va detrás del problema una vez que ya sucedió?

En el caso del cuero decomisado, hasta donde averiguamos, no se sabe cuál fue el motivo por el que fue cazado este ejemplar de yaguareté. Pero sí hay una certeza: el hecho de que fuera exhibido en un hostal va contra las normas legales, las éticas y hasta las costumbres ancestrales. Ningún pueblo antiguo iba a cazar un ejemplar de una especie en extinción para exhibir su cuero como un trofeo, ni tampoco a comprárselo a quien lo hubiera cazado. Ellos sabían perfectamente del cuidado de la naturaleza, el entorno, el medio ambiente o como nos guste llamarlo; matar por matar era una ofensa grave a la Pachamama. Sabían que cada especie cumple una función, en un maravilloso entramado perfectamente equilibrado y frágil, y que atentar contra ese equilibrio era atentar contra ellos mismos. Y el yaguareté, o tigre como se lo denomina en la zona, era el «uturunco» para los pueblos originarios; y era un animal sagrado. Los ancestros originarios sabían que la tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a ella. Un sabio pensamiento que parece perdido en estos tiempos.

Hoy, el consumismo hace que hasta una especie en extinción no sea más que una mercancía para ser exhibida en un hostal. Tal vez podamos aprender algo de este triste hecho, de este triste proceder de los responsables. Y ojalá todos reflexionemos y colaboremos, denunciando el accionar de quienes, por la razón que sea, se crean dueños de matar o ser cómplices del asesinato de un animal en extinción. Si no, las futuras generaciones tendrán que pagar muy cara nuestra irresponsabilidad.

Detalle de la piel de yaguareté.

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