IRUYA, Salta.- En un cerro bien empinado, destaca a la derecha (arriba) la imagen de una pastora con sus ropas coloridas. Más abajo, las ovejas y las cabras que está cuidando. Escena típica en los cerros de Iruya, para cuidar los rebaños hay que pasarse horas al sol, en soledad. Otros días, nublado, frío, con viento. Una vida dura y sacrificada. (Foto: Belén Wedeltoft).

Vida muy sacrificada, en un marco imponente