Bety y Silvia, sonrientes de poder estar en Iruya. Un viaje que apuntó a la introspección, con un componente holístico y, por qué no, ecléctico. Desde los temas tocados hasta detalles en la vestimenta y la alimentación. En los planes para estos días está la participación en talleres que apuntan al crecimiento espiritual a través de las habilidades corporales y manuales.
“Iruya es un paso importante en el camino hacia nuestra preparación individual”.